Jueves, Noviembre 28, 2024
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Nos quieren separar de la ciudadanía

 

Miguel Ángel Godínez GarcíaMiguel Ángel Godínez García       
 
Alto mando
 

 

El discurso pronunciado por el secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, en la ceremonia del 175 aniversario de la gesta heroica de los Niños Héroes, encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, no puede entenderse como una advertencia a los partidos de oposición o como una postura de total intolerancia que pretenda acallar las voces críticas necesarias en una democracia y que, con argumentos o no, se han manifestado en contra de que la Guardia Nacional sea parte de la Secretaría de la Defensa, amén de que se amplíe la permanencia del Ejército mexicano en las calles para coadyuvar en seguridad pública, al menos hasta el 2028, como lo aprobó el miércoles la Cámara de Diputados. 

Los destinatarios finales más bien son aquellos grupos poderosos que han promovido, de forma mal intencionada, el odio y la desconfianza hacia las Fuerzas Armadas, con el único fin de proteger sus intereses particulares. 

No es un secreto, ni tampoco es nuevo, que individuos o grupos vinculados a los cárteles del narcotráfico promuevan, como bien lo señala el general Cresencio Sandoval, comentarios y acciones dolosas con el ánimo de sembrar la duda y la desconfianza de la ciudadanía hacia el Ejército y la Marina, dos instituciones que han demostrado, en los últimos 100 años, ser leales al país, que están comprometidas con las instituciones, entregadas a proteger la patria y a respetar la Constitución.

El mensaje del secretario de la Defensa tiene rostro y apellido, el narcotráfico y el crimen organizado, un enemigo que busca no sólo apoderarse de las calles, sino de las estructuras productivas, de las instalaciones estratégicas y de las instituciones del país, una amenaza que se cierne también para destruir lo más valioso que tenemos, nuestro futuro que son los niños y jóvenes. El narcotráfico, debemos reconocerlo, está inmerso dentro del actual sistema y busca legitimarse ante la falla del Estado, quiere empoderarse totalmente y su principal obstáculo son las Fuerzas Armadas. 

El propio Presidente de la República lo ha reconocido, “el crimen organizado tiene grupos muy poderosos”, aunque le faltó decir que no se han podido derrotar con estrategias que rayan más en la ocurrencia que en la efectividad. 

Y, es verdad, según el gabinete de seguridad, en México operan 16 grandes cárteles del narcotráfico que, a diario, pelean por el control de territorios, siendo el de Sinaloa y CJNG los más poderosos y que mueven millones de dólares en armamento, adiestramiento y reclutamiento, similar al de cualquier ejército en Centroamérica; de ese tamaño es el enemigo. 

Esto es lo que buscan evitar nuestras Fuerzas Armadas, una catástrofe a futuro, más allá de ir en contra de los partidos de oposición que, también hay que decirlo, han manifestado su respeto y admiración hacia los soldados y marinos, además de que, en su momento, han apoyado y promovido lo que llaman una militarización de la seguridad pública ante la inoperancia, corrupción e impreparación de las policías estatales y municipales. Ahora toca al Senado de la República discutir la minuta de la reforma aprobada por la Cámara de Diputados y seguramente también lo hará la Suprema Corte de Justicia, ambos Poderes tendrán en sus manos la decisión de qué futuro es el que se quiere para el país.  

En momentos en los que las miradas están puestas sobre el Ejército mexicano y la Guardia Nacional, se han soltado las provocaciones por parte de los estudiantes de Ayotzinapa, quienes vandalizaron las instalaciones de la 35 Zona Militar, en Chilpancingo, aprovechando que los soldados tienen la orden de no intervenir. 

Y por si algo más faltaba, la decisión de un juez de absolver al expresidente municipal de Iguala, José Luis Abarca, acusado de ordenar la desaparición de los 43 estudiantes normalistas, manda una señal negativa y enreda aún más el caso.