Pascal Beltrán del Río Bitácora del director
No es necesario ser malpensado para advertir la andanada que se ha lanzado desde el gobierno contra Va Por México.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, quien solía celebrar que se unieran el PRI y el PAN —porque, según él, eso probaba su dicho de que ambos partidos eran lo mismo—, ha venido llamando a los priistas a “divorciarse” de los panistas porque, a su juicio, ese pacto nada bueno ha dejado a los tricolores, además de ser una “traición” a su historia.
De acuerdo con fuentes aliancistas, las conversaciones para nombrar candidatos comunes en las elecciones locales de Estado de México y Coahuila iban viento en popa, cuando, el viernes pasado, de forma inopinada, una diputada federal del PRI presentó una iniciativa para prorrogar la participación de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública de 2024 a 2028, algo que López Obrador celebró ayer en su mañanera.
La propuesta tiene todos los visos de haberse hecho al vapor, pues en su exposición de motivos no se ofrece mayor explicación de por qué es necesaria dicha ampliación. Además, la bancada priista en San Lázaro rompió reglas en su trato con los otros integrantes de Va Por México e incluso con sus correligionarios del Senado, pues ni a unos ni a otros dio aviso de la presentación de la iniciativa.
El día anterior había sucedido un hecho que llamó la atención: en su visita al Palacio Legislativo, para entregar el Cuarto Informe de Gobierno del presidente López Obrador, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, se detuvo para saludar al dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, con quien intercambió palabras.
El dato sería quizá anodino, de no ser que, en unas conversaciones telefónicas que tuvo con el senador verde ecologista Manuel Velasco —las cuales el líder priista divulgó en mayo pasado—, Moreno supo que Adán Augusto (a quien en la plática identificó como “el dos”) le mandó decir que su bancada debía colaborar con el oficialismo en la aprobación de la reforma constitucional en materia eléctrica o se atuviera a las consecuencias. Éstas llegarían poco tiempo después, en la forma de grabaciones comprometedoras para el campechano, dadas a conocer por la gobernadora Layda Sansores.
La iniciativa sorpresa del PRI cayó como bomba en el PAN y el PRD, que ayer dieron a conocer que ponían en suspenso su alianza con el PRI, luego de que éste les había jugado chueco. Minutos después, en conferencia de prensa, Moreno justificó la idea de ampliar el mandato de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública, bajo el argumento de que esperar a que se venza el plazo actual (en 2024) dejaría desprotegidos a ciudadanos y autoridades locales ante la acción de grupos criminales, y negó que Va Por México estuviese en riesgo. ¿Negoció algo el PRI con el gobierno de López Obrador? Varios priistas entrevistados sostienen que no. ¿Cedió Moreno bajo presión de las grabaciones? El dirigente tricolor lo niega. Sin embargo, el lugar común dice que las coincidencias en política no existen.
El diferendo entre los partidos opositores llega en un momento clave. Es muy probable que paralice las negociaciones —ya presionadas por el tiempo— para nombrar candidaturas comunes a los gobiernos del Estado de México y Coahuila, entidades en las que ganarle a Morena depende muy probablemente de que se conforme una alianza electoral.
Si ésta no llegara a concretarse, las posibilidades de triunfo del oficialismo se incrementarán. Y aunque la historia dice que no hay correlación entre quién gana los comicios en el Estado de México —la entidad más poblada del país— y quién se lleva, al año siguiente, la Presidencia de la República, una derrota opositora en la contienda mexiquense se volvería un pesado fardo de cara a la próxima elección.
Hoy por hoy, no se ve cómo pueda Morena perder la Presidencia en 2024 si no tiene enfrente una amplia alianza de la oposición. Es por eso que la política nacional vive momentos cruciales. El PRI necesita al PAN para ganar en el Estado de México y Coahuila —dos de los tres estados que le quedan en el mapa— y ambos se necesitan para sacar a Morena de Palacio Nacional. Si la alianza no sobrevive a esta prueba en el Legislativo, es casi seguro que tenga que despedirse de la posibilidad de expulsar del poder a la autodenominada Cuarta Transformación.