Jueves, Noviembre 28, 2024
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Enredados en la sucesión

 

Jorge Fernández MenéndezJorge Fernández Menéndez                                                                                                             Razones
 
 
 

Ayer el presidente López Obrador hizo en la mañanera un largo relato de anécdotas políticas del periodo que más le gusta, el de los años 70, la sucesión de Luis Echeverría, la historia de las corcholatas, del gobernador Rovirosa Wade, que le dio su primer trabajo en el estado. Más allá de que aquellos son tiempos muy lejanos, lo cierto es que mucho de lo que paradójicamente contaba el Presidente para tratar de diferenciar el actual proceso de sucesión de aquél de los años 70, lo que hacía era asemejarlo. Como ocurría entonces, los tiempos de la sucesión adelantada que ha iniciado el propio presidente López Obrador están marcando la toma de decisiones y han recrudecido los golpes bajo la mesa y las decisiones de muchas áreas de gobierno.

El conflicto interno ya está arraigado en el gobierno. El informe de la llamada Comisión de la verdad del caso Ayotzinapa puede haber tenido, con todas sus insuficiencias y su poca verosimilitud, muchas otras intenciones, pero es un engranaje más de este proceso. La insistencia de meter en el tema Ayotzinapa al secretario de Seguridad capitalino, Omar García Harfuch, cuya labor es uno de los puntos más fuertes de la precandidatura de Claudia Sheinbaum, no puede explicarse de otra forma. García Harfuch no participó del caso Ayotzinapa, en ese entonces estaba en Michoacán, pero el subsecretario Encinas, que depende del secretario de Gobernación y precandidato Adán Augusto López, y el fiscal Gertz Manero insisten en involucrarlo. Claudia tuvo que salir a hacer una defensa explícita de su secretario de Seguridad porque, tanto en la investigación como en redes, desde ámbitos del propio oficialismo, atacando a García Harfuch se golpeaba a Sheinbaum.

A eso se le debe sumar que la relación del secretario de Seguridad con quien libra las órdenes de aprehensión, el fiscal Gertz Manero, es sencillamente mala, desde que Omar fue el jefe de la Policía de Investigación, al inicio de esta administración, de donde se fue a trabajar con Claudia, luego de fuertes desencuentros con el fiscal, quien tampoco tiene una buena relación ni con Claudia ni con la fiscal capitalina, Ernestina Godoy. Por cierto, ayer se informó que dos funcionarios del gobierno de Tabasco, la secretaria de Desarrollo Energético y el coordinador de Regularización de la Tenencia de la Tierra, fueron separados de sus cargos porque expresaron públicamente su apoyo a Sheinbaum.

El tema de las FA no es menor en todo esto. Hay sectores de Morena que siguen pensando que éstas deben ser estigmatizadas y no siempre la defensa presidencial rechaza esas posiciones. Ayer el Presidente, hablando del caso Ayotzinapa, dijo que “el prestigio de las Fuerzas Armadas se obtiene con rectitud, no ocultando las cosas; la actitud de ciertos miembros de las Fuerzas Armadas son otra cosa, no es que se va a dañar, se va a manchar al Ejército, a las Fuerzas Armadas. Sí se manchan si no se actúa con la verdad; entonces, no sé qué pensaron. Ya habían cometido esta atrocidad. ¿Por qué ocultar los hechos? ¿A quién protegían? ¿Quién puede ser más importante que la justicia y que la verdad?”. Lo que pasa es que, en el caso Ayotzinapa, las Fuerzas Armadas no cometieron atrocidad alguna y las 20 órdenes de aprehensión dictadas contra elementos militares se ejecutan sin pruebas en su contra, sólo con base en dichos y presunciones.

 

El mismo Encinas, en una declaración que llamó profundamente la atención, un par de días antes de que se conociera el informe Ayotzinapa, había declarado que estaba en contra de una de las principales aspiraciones de su propio gobierno: que la Guardia Nacional se incorporara plenamente a la Sedena. Encinas ha sido de los impulsores de la tesis de que las FA fueron responsables de la desaparición de los jóvenes, misma que ha generado una fuerte distancia entre el subsecretario y los mandos militares desde tiempo atrás. Pero ahí sigue y desde la FGR se respaldan esos dichos. Pensar que todo esto y mucho más (¿cómo explicarse, por ejemplo, el “error” del equipo de comunicación social de la Presidencia, de confundir una intervención parlamentaria durísima contra el gobierno de la panista Kenia López con un tuit de la misma legisladora, para exhibirlo en plena mañanera?) está cada vez más relacionado con la sucesión. Se relacionan tanto con la prisa presidencial por dejar cerrados temas, desde Ayotzinapa hasta el Tren Maya, desde el AIFA hasta la refinería de Dos Bocas, aunque los tiempos y las realidades no den para ello, como con la disputa interna por la candidatura que se decidirá dentro de un año.

Falta mucho, pero el proceso de sucesión ya está aquí: no en vano la propia Sheinbaum ya se ha hecho de uno de los mejores operadores electorales del mercado hispano: el catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, quien acaba de llevar la campaña de Gustavo Petro en Colombia, ha trabajado en Argentina con Cristina y Alberto Fernández, antes durante años con Alfredo Pérez Rubalcaba, del PSOE, pero también con una de las grandes sorpresas del Partido Popular, Juan Manuel Moreno Bonilla, primer gobernante de ese partido de centro derecha en Andalucía.

Mientras todo esto pasa, el mundo real sigue su marcha. Mientras se piden órdenes de aprehensión contra elementos militares, éstos dan un golpe que apenas ha sido difundido: fue detenido El Tatuado, uno de los principales operadores de Zambada para el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos, pero ésa es otra historia que le contaremos mañana.