Martín Espinosa
Dentro de las asignaturas pendientes de este incipiente régimen está, sin duda, la educación. Y no solamente desde los primeros niveles de la llamada Educación Básica, sino que esta crisis atraviesa los terrenos de la educación media superior y la llamada superior o universitaria, a pesar del programa “lanzado” en esta administración con las Universidades del “Bienestar”.
Además de los otros “tres pilares de la mesa” que conforman la Salud, la Seguridad y la Economía, nuestro país cursa por serias dificultades en materia educativa, las cuales se han profundizado por la pandemia de covid-19 que golpeó fuertemente al mundo a principios del 2020.
Pero la crisis ya venía profundizándose. De acuerdo con el segundo informe trimestral sobre la Situación Económica, las Finanzas Públicas y la Deuda Pública, que dio a conocer recientemente la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), entre enero y junio de este año la Secretaría de Educación Pública (SEP) pasó de tener un gasto programado de 183 mil 900 millones de pesos a recibir únicamente 158 mil 973 millones de pesos; es decir, sufrió un recorte de alrededor de 25 mil millones a los previamente aprobados en el Paquete Económico para el ejercicio 2022, lo que significó una disminución del 17.9 por ciento del presupuesto original.
Lo peor de todo es que, si se compara dicha cifra con la inversión pública de las obras “emblemáticas” de este sexenio, el recorte en Educación equivale a lo otorgado al Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), del que depende la construcción del Tren Maya, que recibió 20 mil 901 millones de pesos más del monto aprobado inicialmente.
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