En su reporte trimestral de inflación al cuarto trimestre del 2020 (4T20), el Banco de México dio a conocer los siguientes pronósticos en torno a algunos indicadores macroeconómicos del país:
1.- Para el crecimiento económico estiman un escenario central en donde el Producto Interno Bruto (PIB) se incrementaría 4.8% en 2021. En su escenario adverso la economía crecería sólo 2.8% y en el más optimista, 6.7% (sic).
2.- El banco central reconoció que existen presiones inflacionarias y subieron su estimación para la inflación al cierre de 2021 de 3.40% a 3.60 por ciento. Cabe señalar que esperan que para 2022 la inflación anual se ubique en 3.0 por ciento.
El Banco de México considera que su escenario de crecimiento más probable (4.8%) es compatible con una inflación de 3.6 por ciento. En este sentido, desde noviembre de 2020 cuando el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) tuvo un crecimiento anual de 3.33%, la inflación ha mostrado persistencia al alza.
La inflación de la primera quincena de marzo fue de 4.12% anual, es decir por arriba del límite superior del rango objetivo de Banxico que es de 3.0% más menos 1.0 por ciento. Además, la inflación anual subyacente, que es un mejor predictor estructural de la inflación y el más relevante para la toma de decisores de política monetaria, subió a 4.09%. En ambos casos es una inflación elevada, incompatible con el objetivo del Banco de México y, por tanto, con una política monetaria acomodaticia.
Si bien la inflación anual de 4.12% se ubica ligeramente por arriba del límite objetivo (4.0%), cabe destacar que los precios de algunos productos de suma importancia para la población muestran un fuerte crecimiento. Dentro del subíndice subyacente, los alimentos, bebidas y tabacos presentaron un aumento anual de 6.50 por ciento.
En el subíndice no subyacente, destaca el notable aumento de 9.68% en el componente de productos energéticos (gasolina, electricidad y gas entre otros). Estos últimos tienen alta incidencia en los costos de producción, lo que dificulta aún más la convergencia a la inflación de 3.6% planteada por el banco central para 2021.
En este contexto, el 25 de marzo la Junta de Gobierno del Banco de México decidió mantener su tasa de referencia sin cambios en 4.0%; la decisión, que fue unánime, se apoyó en los siguientes argumentos:
1.- Los miembros de la junta estiman que habría una recomposición del gasto de los consumidores hacia mercancías, lo que implicaría presiones al alza en sus precios.
2.- Existe una alta posibilidad de que haya episodios de depreciación cambiaria.
3.- Las presiones inflacionarias externas podrían repercutir en los precios nacionales.
Esta decisión fue bien recibida por los mercados financieros locales. Justo después de que la decisión se hiciera pública, el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) interrumpió una racha de varias caídas consecutivas; asimismo, el peso mexicano presentó una apreciación de 1.14 por ciento.
Sobre las futuras reuniones de política monetaria, si la inflación rompe su tendencia al alza, existe la posibilidad de una baja de 25 puntos base que llevaría la tasa de referencia a 3.75 por ciento. Lo anterior con el objetivo de permitir una mayor colocación de créditos en la economía y así incentivar su recuperación.