Agradecemos la colaboración de don José Carlos De Saracho.
Escritos Nocturnos
Bernardo Jurado
Con toda humildad, debo advertirles que este escrito es solo para las mentes preparadas para entenderlo, sí señor, solo las personas que abran sus mentes y ablanden sus criterios lo podrán hacer.
Hoy amaneció en domingo y volví a sonar que era un cura, uno jesuita, rodeado de alumnos y el Abad me había autorizado a romper las reglas y a escribir lo que quisiera, desperté a mi esposa y le conté el recurrente sueno y me advirtió nuevamente que con mi cara de pecador profesional nunca me aceptarían en el seminario con el que también he soñado, que con mi afición por el sexo jamás habría aprobado ni el primer año de teología, ¡pero así son los sueños!
Hace apenas cuarenta y ocho cortas horas en las redes sociales un ejército de devotos y también de pecadores posteaban algo que otro había diseñado, todos escribían: “Oremos por Méjico” en relación a la aproximación del Huracán Patricia a sus costas pacíficas.
El mentado Huracán era tan grande y poderoso que CNN lo reportaba como si fuera a destruir a New York, el más grande de toda la historia de la humanidad , las fotos satelitales eran impresionantes, se esperaba todo un desastre de magnitudes jamás pensadas, los destrozos serían inconmensurables, los turistas evacuados intempestivamente. Llamé a mi primo a Méjico y su amable esposa me atendió para decirme que nada pasaría que estaban todos orando, que la Virgen de Guadalupe estaba a cargo.
Yo también hice una oración por Méjico y pedí clemencia ante las fuerzas sobrenaturales que habían creado al monstruo que vendría a vengar las afrentas de la gente en el bello país de Frida Kahlo.
Tenemos la opción de no creer, libérrima opción humana. Meteorólogos doctos podrán argüir que lo que ocurrió fue absolutamente natural, que el inmenso monstruo se topó con las montañas y los valles que le disiparon, pero no les creo, porque tan solo horas antes las progresiones eran catastróficas y había una que hasta daba a Patricia la posibilidad de atravesar Méjico, tomar fuerza en el golfo y llegar a la Florida ¿la recuerdan?
Un milagro es un evento que se le atribuye a una intervención divina en lugar de una causa natural y de acuerdo a mi criterio y a la fe que profeso estamos en presencia de uno.
Nadie, ni los más preparados y progresistas meteorólogos dieron como posibilidad que los vientos de doscientas millas por horas, donde el Huracán Wilma parecería amateur, se disipara al tocar tierra y que sus fuerzas se anularan como por divino arte , ¡nadie!
Bien sabemos de la devoción del mejicano, también hemos visto a todos aquellos que solicitamos la intervención del supremo y pedimos con la humildad correspondiente que nada pasara y cualquier comunista ateo y escaso podrá refutar lo que ahora digo, pero hay un hecho incontrovertible: el Huracán Patricia, el más grande del mundo cedió inesperadamente rompiendo los parámetros técnicos, pero fortaleciendo los parámetros de la divinidad. ¿Saben qué?, las oraciones tienen un poder y como hemos visto, FUNCIONAN.