Último cuarto
09 de Junio de 2017
¿Cómo se sentirá esta semana Enrique Peña Nieto?
Seguramente, aliviado. Aunque a lo mejor, también, satisfecho y hasta orondo.
Hasta ahora, su candidato a la gubernatura del Estado de México, Alfredo del Mazo, tiene el triunfo en la bolsa. Al momento de escribir estas líneas faltaba aún una parte del cómputo de las actas de votación para formalizarlo. Y, desde luego, la constancia de mayoría que lo acredite como el ganador de la disputada contienda.
No es un secreto que el presidente Peña Nieto se involucró personalmente en la campaña del Estado de México. La selección del candidato del PRI fue suya. La decisión de que su procurador del Consumidor fuera habilitado como coordinador de la campaña, también. Asimismo, el que los miembros de su gabinete visitaran la entidad antes del periodo de veda.
El triunfo en la elección es, pues, suyo. Y ganó en una contienda en la que tuvo que enfrentarse a su exrival de la campaña de 2012, Andrés Manuel López Obrador, y, de alguna manera, a su antecesor en Los Pinos, Felipe Calderón.
Por cierto, los secretarios del despacho sabían que este tema ocupaba toda la atención del mandatario y por eso se abstenían de abrumarlo con asuntos propios de sus carteras cuando eran convocados.
Retener para el PRI el Palacio de Gobierno de Toluca era, políticamente hablando, de vida o muerte para el Presidente. Perderlo tenía implicaciones no sólo para la continuidad de su partido en Los Pinos sino para su propia vida al dejar el poder. Allí es donde piensa pasar su retiro. Era impensable perder la entidad que él gobernó.
Hubiera sido, además, su primer encuentro con la derrota.
Junto con Álvaro Obregón y Miguel Alemán, Peña Nieto es uno de los tres presidentes de México con una carrera política invicta.
Claro, al mexiquense aún le quedan 18 meses en la Presidencia –el “último cuarto”, dijo ayer– y aún hay tiempo para que pierda. Sobre todo, si ahora decide involucrarse personalmente en su sucesión.
Como le pasó a Obregón y a Alemán, Peña Nieto se ha rodeado de los hombres indicados para impulsarse. A diferencia de ellos, no ha conocido los sinsabores que antecedieron sus respectivas carreras.
Obregón vivió la Revolución y fue traicionado por su jefe, Venustiano Carranza. Alemán tuvo como padre a un revolucionario que nunca depuso las armas, lo cual implicó que su madre se desempeñara en trabajos muy duros para que él pudiese estudiar.
Peña Nieto no ha tenido desventuras así. Pero igual que Obregón y Alemán, encontró el apoyo indicado para escalar los peldaños del poder. Arturo Montiel, primer gobernador mexiquense sin tutela de un Presidente de la República, tenía como favorito a Isidro Pastor… hasta que Peña Nieto se convirtió en el hombre de sus confianzas.
Desde entonces, el actual Presidente no ha perdido una sola batalla. Se impuso a Pastor, ganó la gubernatura y llegó a Los Pinos. Sus heridas políticas se las ha infligido él mismo (Ayotzinapa, la Casa Blanca). Ninguno de sus rivales lo ha derrotado. A López Obrador, él lo ha vencido dos veces.
Sabedor de que AMLO será nuevamente candidato, ¿buscará vencerlo una tercera vez? Si se lo preguntaran hoy quizá diría que sí, henchido por el sabor de la victoria en una elección que muchos comentaristas daban por perdida para el PRI.
A lo mejor con el tiempo lo pensará mejor y desistirá, porque si un Presidente se involucra personalmente en una batalla como su sucesión, perder no es opción.
Si Peña Nieto va a la guerra electoral en 2018, más le vale ganarla porque, de lo contrario, dejará muchos heridos en su propio bando y muchos enemigos en el contrario.
Tengo la sensación de que sí lo hará. Sobre todo después de conocer la revelación que me hizo el lunes en entrevista el líder del PRI, Enrique Ochoa Reza, de que el partido dará a conocer a su candidato presidencial no en el otoño, como ha acostumbrado, sino en el invierno. Para usar sus propias palabras, “en el primer trimestre del próximo año”.
¿Por qué el retraso? No lo sé. Parece un contrasentido, estando el rival mayor en la pista desde hace años. Pero ¿qué tal si es para dar tiempo a que termine la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte?
Concluida ésta, el más conspicuo negociador estaría libre para ser su candidato.