Es muy probable que Carlos Slim apoye a López Obrador en las próximas elecciones presidenciales. Lo hizo en 2006 y 2012 y es posible que lo vuelva a hacer. Trabaron relación cuando López Obrador fue jefe de Gobierno del DF. Los vinculó la recuperación del Centro Histórico: Slim se comp rometió a realizar masivas compras inmobiliarias a cambio de que el gobierno capitalino invirtiera en infraestructura y desalojara a los vendedores informales. Un gran negocio para ambos.
Para Slim, por el incremento de la plusvalía. Para López Obrador, porque la cercanía con el millonario llevó a decir a cierta prensa extranjera que representaba la izquierda moderna.
En 2006 su apoyo se dio en varios sentidos. El primero a través del Pacto de Chapultepec, plataforma centrista diseñada por Slim para que los candidatos firmantes se obligaran a una serie de medidas básicas democráticas y macroeconómicas. López Obrador ninguneó el Pacto por soberbio: se creía ganador, para qué asumir compromisos. El segundo fue, infructuosamente, con dinero. Dice Diego Enrique Osorno (Slim, Debate, 2015): “De acuerdo con políticos allegados a López Obrador, Slim ofreció apoyar económicamente al tabasqueño, pero éste rechazó sus donativos, ofrecidos a través de esquemas indirectos”. Uno más.
Luego de las elecciones de 2006, ante lo complejo del panorama (López Obrador en las calles, presionando al tribunal electoral), se habló de anular los comicios. Se comentaba que Slim impulsaba a Juan Ramón de la Fuente como presidente interino. La intentona no prosperó, pero le ganó la animadversión de Calderón. Según Osorno, para Calderón, “Slim había intentado darle ‘un golpe técnico apegado a derecho’”.
Aunque esto no lo dice Osorno, López Obrador en su libro La mafia que se adueñó de México escribe que Slim le parece una persona “honesta y transparente”, alguien “bastante sencillo”, que “es sensible”. Un inesperado reseñista del libro de López Obrador, Fidel Castro, escribió en Granma: “La opinión sobre Carlos Slim también la comparto”. López Obrador, como Fidel, al hablar de los supermillonarios mexicanos pone a Slim en saco aparte, ¿por qué?
No soy de los que creen que la amistad de Slim con algunos pesos pesados de la izquierda hispanoamericana (Fidel Castro, García Márquez, Julio Scherer, los Kirchner, Felipe González y López Obrador) es pura buena suerte. Ni que su apoyo a ciertos medios de línea crítica sea gratuito. Afirma Osorno: “Granados Chapa me confirmó… que es mecenas invisible de buena parte de los diarios y revistas de México”.
De acuerdo con Carlos Loret de Mola, “por medio de contratos de publicidad Slim tomó el control de varios medios de comunicación y periodistas”.
Es curioso este acercamiento. Slim es uno de los máximos representantes del vilipendiado neoliberalismo a nivel mundial. Es un capitalista total. Abrió su primera cuenta de cheques a los doce años. A los quince ya tenía sus primeras acciones. A mediados de los sesenta sus contemporáneos seguían al Ché Guevara, mientras que él leía los consejos para ser millonario de Jean Paul Guetty en la revista Playboy.
De empresario mediano pasó a ser el mayor de México y del mundo gracias al impulso inicial que le dio la compra del monopolio de Telmex.
Su biógrafo, Diego Enrique Osorno, lo resume en una línea: “El empresario ascendió por un elevador privado al Club de Forbes durante los años que abrió su billetera al PRI”.
En lo que va de este sexenio, fruto de las reformas de telecomunicaciones, Slim habría visto disminuir su fortuna en 15 mil millones de dólares. Parece viable que buscara aliarse a los opositores al gobierno, con los que ya se ha aliado antes. En el libro de Osorno, Slim aconseja a López Obrador: “Sería bueno que viajara más, que conociera más cómo pasan las cosas fuera”. No son azarosos los recientes viajes de López Obrador a Washington, París, Roma. López Obrador, dice Carlos Slim, tiene una forma de pensar “no moderna, que no entiende lo que es la tecnología y sus implicaciones”. “Los políticos –dice Slim– que quieran ser gobierno tienen que entender el futuro, tienen que ver lo que viene, no sólo lo que ya está pasando sino lo que viene”. Parece una advertencia directa: “Eso lo incluye a él en lo particular”. Puede tener su apoyo, pero se necesita modernizar.
Twitter:@Fernandogr
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