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LEO ZUKERMANN DICE:

 
 
Si fuera estadunidense, ¿por quién votaría?

Juegos de poder

LEO ZUCKERMANN

Si fuera estadunidense, ¿por quién votaría?

Yo no soy estadunidense y, por tanto, no tengo derecho a votar. Lo cual me lleva a una pregunta hipotética: y si lo fuera, ¿de verdad votaría por Hillary?

 

03 de Noviembre de 2016

Si pudiera votar en Estados Unidos, lo haría por Hillary Clinton. No podría ser de otra forma siendo, como soy, mexicano. Imposible hacerlo por Donald Trump: sólo un tarado o masoquista apoyaría a un político que se ha dedicado a insultarnos y agraviarnos. Pero yo no soy estadunidense y, por tanto, no tengo derecho a votar. Lo cual me lleva a una pregunta hipotética: y si lo fuera, ¿de verdad votaría por Hillary?

Siendo mexicano es muy difícil cambiar de pista y pensarse como estadunidense. Lo intentaré en un ejercicio hipotético para ver la fuerza de mis convicciones en favor de Clinton.

Conozco bien a Hillary. No personalmente, pero he seguido de cerca su vida pública desde hace mucho tiempo. Cuando viví en Nueva York, haciendo mi posgrado, su esposo Bill, entonces gobernador de Arkansas, se lanzó para ser candidato presidencial de los demócratas en la elección de 1992. Desde un principio me pareció un tipazo. Me simpatizó este joven político sureño con posturas moderadas y sensatas. En la medida en que Bill comenzó a subir en las encuestas, aparecieron sus escándalos de infidelidad. Ahí es donde, por primera vez, se dio a conocer Hillary a nivel nacional apoyando a su marido. Recuerdo haber visto la entrevista que les hicieron en 60 minutos, donde la primera dama de Arkansas le salvó el pellejo a Bill.

Desde entonces, la sentí falsa. Lo mismo a Bill, pero con la diferencia de que éste tenía un gran carisma. Clinton le ganó la Presidencia al presidente Bush padre en una elección interesantísima. Se convirtió, en mi opinión, en uno de los mejores presidentes que ha tenido Estados Unidos en la época moderna. Y es que tenía grandes cualidades: era inteligente, estupendo orador, duro negociador y seductor a más no poder. Un gran político.

Mi admiración por él creció más al apoyar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte que había negociado Bush padre. Lo empujó, todo lo que pudo, en el Congreso. Por las mismas fechas en que se aprobó el Tratado, se filtró en la prensa que Bill lo había apoyado en contra de la opinión de su esposa, quien le pidió empujar, mejor, su iniciativa de reforma a la seguridad social. A mí me gustaba la idea de que la primera dama, a diferencia de sus antecesoras, desempeñara un papel importante en la Casa Blanca, pero no me convencía la agenda de Hillarymás a la izquierda que la de su esposo.

Luego vino el escándalo de la Lewinsky y el papel terrible que tuvo que jugar Hillary, primero defendiendo a Bill, después enmudeciendo. Este asunto siempre me pareció chocante por el puritanismo de los estadunidenses. En fin, que Billsobrevivió un juicio de impeachment y Hillary, de manera eficaz, lanzó su propia carrera política convirtiéndose en la senadora del poderoso estado de Nueva York.

Hace ocho años cubrí las elecciones en Estados Unidos. Me tocó verla en diversos actos de las primarias del Partido Demócrata. Era una pésima candidata, sobre todo comparada con ese Dios tostado que era Barack Obama. El afroamericano le ganó la contienda interna en una feroz competencia. No obstante, el presidente Obama la nombró su secretaria de Estado, donde hizo un papel estupendo al resarcir las dañadas relaciones internacionales de su país que había dejado el presidente Bush hijo.

Tomando en cuenta todo esto, ¿de verdad votaría por ella?

Hillary nunca me ha caído bien. Muy a menudo me ha parecido falsa, pero ésta es una característica común de los políticos. Por un lado, me disgusta la idea de otro Clinton en la Casa Blanca. Como fiel convencido del régimen republicano, me chocan las dinastías políticas que recuerdan a las monarquías. Reconozco, por otro lado, que un miembro de una familia puede ser muy distinto a otro en el poder (Bush padre fue un gran Presidente comparado a su hijo). Creo, de hecho, que Hillary sería muy diferente a Bill. Ya lleva muchos años con una carrera independiente de su esposo. Ha sido senadora, precandidata, secretaria de Estado y ahora candidata por sus propios méritos. Se ha ganado, sin duda, su propio espacio. La admiro por eso. También me gusta, y mucho, su fría y calculadora inteligencia, cualidad que encuentro sumamente importante para despachar en la Oficina Oval. Y me encanta la idea de que, por primera vez en la historia de Estados Unidos, haya una mujer presidenta. En suma, si yo pudiera votar en Estados Unidos, definitivamente lo haría por Hillary. Eso sin tomar en cuenta la otra opción que hay en la boleta: un demagogo narcisista que, además, es racista y xenófobo.

                Twitter: @leozuckermann