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Cancionero FÉLIX CORTÉS CAMARILLO

Cambalache

Las pataletas militaristas que piden una intensificación de las agresiones al mundo del islam no tendrán más consecuencia que multiplicar los atentados terroristas.

18 de Julio de 2016

Que el mundo fue y será una porquería,

ya lo sé...

Sólo hay que imaginarse una noche de 15 de septiembre en el Zócalo de la Ciudad de México y la irrupción de un tráiler cargado de armas y explosivos embistiendo a diestra y siniestra, arrastrando en zigzag cuerpos ensanguinolentados por más de un kilómetro, para dejar casi noventa muertos, 150 heridos y una humanidad enardecida y colérica por la persistencia de este tipo de atentados terroristas que pueden darse en cualquier lugar y en cualquier momento.

Eso es exactamente lo que sucedió el 14 de julio pasado, día patrio de los franceses, en la ciudad de Niza, sobre la costera de uno de los más famosos destinos turísticos de la Costa Azul, y en la que se habían congregado miles de visitantes nacionales y extranjeros para los fuegos artificiales en celebración del aniversario de la Toma de La Bastilla.

Lo decía uno de los miembros de la Asamblea Nacional dos días más tarde: sólo se reúnen para condenar un atentado más. Una vez es aquí, otra vez es allá. ¿Cuál sigue? Lo peor de todo es que los franceses (y los norteamericanos, y los belgas, y los turcos, y los rusos, y los españoles, y todos) se han tenido que acostumbrar —nos deberíamos acostumbrar todos— a la inevitabilidad de los atentados terroristas y a lo imprevisible de su realización.

Samuel Phillips Huntington, destacado politólogo norteamericano, sacudió a la ciencia política del mundo en 1993, quince años antes de morirse con un ensayo titulado El choque de las civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial que publicó en la revista Foreign Affairs. Tan sacudió el establecimiento que en 1996 sacó un libro del mismo título con la versión revisada y aumentada.

La tesis es que las guerras subsecuentes a la caída del imperio soviético iban a generarse no entre grupos de intereses, sino entre culturas, equivalentes a civilizaciones. Para el efecto, las civilizaciones aceptadas por el politólogo son la china, la japonesa, la budista, la hindú, la islámica, la ortodoxa, la latinoamericana, la occidental y, eventualmente, la africana. A diferencia de los tiempos de la Guerra Fría, la pregunta no es “¿de qué lado estás?”, sino “¿quién eres?”. El asunto no es menor. El interés por el botín de la conquista ha sido sustituido por la adhesión fanática a una pertenencia religiosa, que quiere decir a una civilización, que es una cultura.

Las consecuencias las comenzamos a ver en el Oriente Medio, pero aquello de la Guerra de los Seis Días y de la Franja de Gaza era demasiado lejano. Luego de los atentados terroristas en Occidente, indudablemente después de las Torres Gemelas de Nueva York, el mundo se ha puesto de cabeza. En esa cadena las matanzas en Bélgica, París y ahora Niza son meros eslabones en una cinta sin fin.

Y sin remedio. Las pataletas militaristas que piden una intensificación de las agresiones al mundo del islam no tendrán más consecuencia que multiplicar los atentados terroristas.

Al baile vamos.

       

PILÓN.- Hugo Leonel del Río León se murió en Monterrey el otro día luego de cumplir sus ochenta años. Sesenta y pico de ellos los dedicó a este oficio de cantar y contar las cosas del mundo, y que es el más bello oficio del mundo. Y que no lo hacía mal lo documenta su adhesión al viejo precepto del periodismo, de la necesidad de mudar de redacción cada dos años. Un par de libros y miles de columnas documentan su elegante estilo, su erudición y su documentada cinefilia.

Un grupo nutrido de sus compañeros, amigos y uno que otro familiar nos reunimos en el Colegio Civil de la UANL para hablar bien de Hugo, que generalmente es para lo que uno se muere. La pasamos muy bien y el festejado hubiera estado muy contento al darse cuenta de que el ágape tomó los tintes de un llamado a la solidaridad del gremio frente a la violencia agresiva, salvaje y patrocinada por el gobierno en contra de los periodistas. Se mencionó de manera específica el estado de Veracruz, pero todos conocemos el paño y cómo se corta. En  hora buena Hugo.