Cátedra
“El Ilustrador Americano”
José María Coss, en mayo del mismo año, fundó “El Ilustrador Americano” en el que escribían Andrés Quintana Roo, don Ignacio López Rayón y Doña Leona Vicario y para combatir a este periódico José María Beristain, realista, funda “El Verdadero Ilustrador Americano”.
Al prolongarse la libertad de imprenta en octubre de 1812, Don José Joaquín Fernández de Lizardi, fundó en la capital mexicana “El Pensador Mexicano”.
El 25 de noviembre de 1812, el Generalísimo José María Morelos y Pavón, mandó publicar dos periódicos rebeldes (en Oaxaca): “El Sud” y “El Correo Americano del Sur”.
También en Oaxaca apareció “El Correo Americano del Sur”, dirigido por José Manuel de Herrera y auxiliado eficazmente por el periodista e historiador Carlos María de Bustamante, quien en 1805 había fundado junto con el alcalde de la Real Audiencia y de origen antillano, Jacobo Villaurrutia, el Diario de México, considerado el primer periódico cotidiano de la Nueva España y que empezaría en México a publicar materiales literarios.
De suma importancia fue “El Correo Americano del Sur” para la causa insurgente (durante 39 números en 1813), publicando proclamas y partes de guerra, así como otros documentos favorables a la Independencia.
Otros periódicos insurgentes fueron El Aristarco Universal, publicado en Mérida y que tuvo como principal inspirador a Lorenzo de Zavala, fogoso defensor de las teorías liberales; en 1817 se imprimió La Gaceta de López de Lara, que en su primer número despotricó contra las autoridades virreinales porque “con la astucia del engaño y de la mentira” trataban de hacer creer que la revolución insurgente estaba liquidada.
Este periódico publicó un número extraordinario (26 de junio de 1817) para dar la noticia de que Francisco Javier Mina había llegado a México para pelear por la causa insurgente. Sin embargo tras la muerte del guerrillero navarro, la prensa insurgente decreció notablemente al igual que todo movimiento militar.
Tal parecía entonces que el régimen virreinal afianzaba su dominio y que pronto desaparecerían de la faz de la tierra los contados grupos de insurrectos que aún deambulaban por algunas partes del vasto territorio.
Todavía en 1819 aparecieron en la capital del reino “El Conductor Eléctrico” y “Ratos Entretenidos”, de don José Joaquín Fernández de Lizardi y “El Semanario Político y Literario de México”, que empezó el 12 de junio de ese año y finalizó el 12 de julio de 1823.
Para el 30 de mayo de 1820, bajo la dirección de Don Juan Nepomuceno Troncoso, apareció en Puebla “La Abeja Poblana” que el 2 de marzo de 1821 publicara con gran valor el Plan de Iguala jurado por Iturbide.
Agustín de Iturbide también promocionó otro diario: “El Mexicano Independiente”, el cual consigna la mayor parte de la Guerra de Independencia.
Como es fácilmente apreciable, fue en esa larga época de la Guerra de Independencia en que se plasmaron en los distintos periódicos todo un torrente de ideas, confusas unas y contradictorias otras, pero patrióticas casi todas en favor de la libertad de la que hasta entonces era conocida como Nueva España.
Es esta época, sin duda, en la que se sientan las bases para ulteriores polémicas en busca de mejor camino para el naciente país.
Consumada la Independencia Nacional, el 27 de Septiembre de 1821, México nacía a la libertad y al mismo tiempo se abrían otros senderos políticos que darían lugar a nuevos capítulos que enriquecen la historia del periodismo que comenzó una amplia y variada expresión política con la guerra emancipadora, luego en el México independiente, la Reforma, la Intervención y la Revolución Mexicana.
La prensa en la Independencia
Resumiendo: El Grito de Independencia contenía un profundo contenido social, político y económico, producto de las dramáticas condiciones de desigualdad e injusta distribución de la riqueza habida durante tres siglos de dominio colonial, representado principalmente por las situaciones de privilegio entre los españoles peninsulares.
Los criollos desplazados de los cargos más importantes de la Corona, los indios considerados “menores de edad”, el sistema de esclavitud, la encomienda, la hacienda, industria minera y manufacturera exportadora que daba al país total dependencia económica hacia la metrópoli de España, serían decisivos factores que darían un vuelco al devenir de nuestro suelo patrio.
Por supuesto, otros hechos históricos, contribuirían también para que el movimiento de libertad estallara en México:
• El 4 de Julio de 1776, 34 años antes del Grito de Dolores, las 13 colonias inglesas proclaman en Estados Unidos (con el apoyo de Francia y España) su independencia de Inglaterra.
• El 14 de Julio de 1789, en Francia, principia la Revolución Francesa que destruyó el poder monárquico proclamando la igualdad de todos los hombres y estableciendo la primera República en 1792.
Ambos sucesos pueden ser considerados como la médula dentro del campo ideológico, es decir, lo central por cuanto hace a las tesis políticas que cuestionaban la institución monárquica, los privilegios de clases nobles sobre las plebeyas, el origen divino de los reyes, etc., dando fin así al sistema de producción feudal que caracterizó a la Edad Media.
Férrea censura
El periodismo no podía quedar fuera de este contexto en la Colonia, el cual también enfrentó serios limitantes que impelieron su desarrollo en la Nueva España y en toda América:
• Censura ejercida en los territorios ocupados por el Reino de España.
• Carencia de utillaje técnico y materiales para composición e impresión. (En 1539 se introdujo la imprenta en la Nueva España).
• Dificultad de comunicación entre las propias colonias y de éstas con España y Europa.
• Alto porcentaje de analfabetismo en las colonias.
Además hubo otro acontecimiento que influyó concretamente en Nueva España, por haber sucedido en la metrópoli colonial:
• Napoleón Bonaparte se erige emperador de Francia (1804-1814); invade España en 1808 e impone a su hermano José Bonaparte como Rey, lo que provocó a partir del 2 de mayo de ese año una rebelión del pueblo español iniciada en Madrid en contra del invasor y cuyo triunfo llegó con la expulsión de los franceses en 1813.
• Gobernaba en España antes de la invasión francesa el Rey Carlos IV, quien posteriormente abdicó en favor de su hijo Fernando VII, Príncipe de Asturias en medio de aclamaciones y vítores del pueblo español; sin embargo, Napoleón obligó a Fernando a devolverle la corona a su padre, quien la entregó a los franceses, cayendo ambos prisioneros del invasor.
Acantonamiento de Xalapa
La Corona española, conmovida por tales acontecimientos, también enfrentó la amenaza de una posible invasión por las costas del Golfo de México del poderío inglés, por lo que el Virrey José de Iturrigaray ordenó la reorganización de sus milicias en México, Puebla, Xalapa, Toluca, Córdoba y Tlaxcala, con individuos extraídos del comercio y oficinas públicas ya que tan sólo contaba con 800 soldados españoles y dos generales, cuyas edades pasaban de 80 años: Pedro Garibay y José Dávalos.
Empero, la concentración de voluntarios y ejército se dio con mayor fuerza a través del Acantonamiento de Xalapa (y el Cofre de Perote), reuniendo a más de 12 mil hombres, entre los que se encontraban oficiales (entre ellos, los capitanes Dragones de la Reina Ignacio Allende y Juan Aldama); abogados, ilustrados y humanistas y fue ahí donde comenzaron a idear el proyecto de emancipación pacífica de la Corona Española, tanto por la vía legal, respetando la religión y guardando el retorno de Fernando VII.
El ayuntamiento de la Nueva España, a través de los regidores José Primo de Verdad y Juan Francisco Azcárate, propusieron al virrey Iturrigaray la celebración de un Congreso Nacional emancipador, lo cual aceptó, pero un golpe de Estado de la Real Audiencia, capitaneado por el hacendado Gabriel del Yermo terminó con ese anhelo, reprimiendo lo que calificó como conjura contra la Corona y eligiéndose en ese momento como virrey al octogenario mariscal de campo Pedro Garibay.
Pero los criollos no iban a terminar con su propósito de lograr la Independencia, de tal forma que continuaron con más juntas secretas en Valladolid, (encabezadas por los oficiales del ejército José María García Obeso y José Mariano Michelena, además de su hermano Nicolás), la que también fue descubierta el 9 de septiembre de 1809. Los conspiradores fueron detenidos pero más tarde reintegrados a sus regimientos por instancias del nuevo virrey, Francisco Javier Lezama.
Un año más tarde, en la casa del corregidor de Querétaro, Miguel Domínguez, continuaría la conspiración contra la corona española, ahora encabezada por Hidalgo, Allende, Aldama, Abasolo, Lanzagorta y Josefa Ortiz de Domínguez. Sin embargo, también fue descubierta, provocándose de inmediato que en la madrugada del 16 de septiembre Hidalgo lanzara en Dolores el Grito de Independencia.
Primer Periódico Insurgente
Muchos de los periódicos insurgentes publicados entre 1810 y 1821, no se encuentran registrados toda vez que el propio movimiento social provocó la desaparición de archivos, oficinas, edificios y en fin todo vestigio de gran cantidad de publicaciones de la época.
Entre 1821 y 1840, México se debatió en una lucha permanente entre las múltiples facciones políticas que aspiraban al control total del poder. La prensa jugó un papel de capital importancia durante esta turbulenta época. Los principales problemas del país se debatieron ampliamente en los periódicos.
La prensa adquirió un carácter doctrinario y político en el cual el debate sistemático era el principal aspecto. Las noticias e informaciones comunes de que publicaban Las Hojas Volantes (1541-1700) y las Gacetas de México (1722-1809), quedaron relegadas a un segundo plano y fueron sustituidas por los artículos o comentarios periodísticos.
Cabe advertir que casi finalizada la Colonia, la polémica periodística brilló por su ausencia, toda vez no había estallado en México el furor por las nuevas ideas emanadas de la Enciclopedia europea y por el férreo control de las autoridades peninsulares.
Miguel Hidalgo
Como ya hemos dicho, el periódico El Despertador Americano fue el primero de la época insurgente, surgiendo tras la toma de Guadalajara por el ejército de Miguel Hidalgo “pensando que una buena propaganda le acarrearía múltiples partidarios”.