Rememoranza: Alejandro Martínez Gutiérrez fue mi profesor del sexto de primaria y un año antes, Gabriel Rolón, en el quinto. Ambos grados en la escuela vespertina Gabino Barreda de la colonia Independencia de Tijuana. Hablo de 1965 a 1967 antes de arribar a la Secundaria Unison en ese último año.
El director de la escuela era Norberto Aguiar.
En el parque de béisbol de enfrente al plantel, ya le he contado, cuántas incidencias disfruté con mi equipo Rayos de la Independencia en las categorías Infantil Mayor, Pony, Colt y Juvenil Menor.
Jugaba tanto a la pelota que un día el profesor Rolón me sorprendió con una pregunta con cara de muy serio: Jesús Alberto: Cuándo seas grande, ¿vas a ser pelotero o estudiar una carrera?
Me quedé medio mudo, pero algo tenía que contestarle: “Voy a estudiar”, así como no queriendo la cosa.
Espero que esa pregunta no haya marcado mi vida entre dedicarme a ser pelotero o seguir en los estudios universitarios.
Le diré que en el sexto grado me tocó ser el abanderado de la Escolta del plantel. Todo un orgullo, claro.
¿Por qué se me seleccionó para esa gran responsabilidad?
Sólo Dios lo sabe.
Se preguntará el porqué del tema.
Bueno, al grano, hermano:
LUZ MARINA:
De nuevo la aficionada No. 1 de béisbol profesional de los años 60´s de Hermosillo, Luz Marina Martínez Arias, verá todo lo que nos cuenta:
“Una ocasión en el Fernando M. Ortiz hubo un pleito entre el público y el ampayer Chepe Velarde, donde le llovieron cojines de a montón y tuvo que intervenir la policía.
Nosotras, como siempre, nos sentábamos al lado izquierdo de la caseta de los jugadores de los Naranjeros y cuando eso ocurrió de inmediato los peloteros estaban dándonos las manos para salir por los vestidores.
Los pleitos eran casi con todos los ampayers: con la Zenona Castro, Chepe, Tejón Blanco, Juan “Yaqui” Lima, Pancho Alcaraz y no recuerdo a más de momento.
En una ocasión al manager Virgilio Arteaga se le acabaron los lanzadores y necesitaba de un zurdo, por lo que volteó hacia la primera base donde siempre lucía Rubén Esquivias, el del tremendo compás, ¡y más que pronto lo subió a la loma!
También mantengo siempre en mi memoria a don Virgilio, quien siempre me mostró su estimación por una gran razón: ¡su esposa también se llamaba Luz Marina!
No, pues sí.
“El Tuercas”
Recuerdo al famoso “Tuercas” por el lado de la grada de la primera base.
Siempre que había a alguien en la 1ra. les gritaba “¡corre, corre!; y luego rápido, ¡no, no, no, detente!”.
Carlos Casillas Álvarez, el gran colega y amigo, en nuestras gratas reuniones siempre cuenta esa anécdota y ni me pregunte si nos hace reír por la forma tan precisa en que lo imita.
Y si, “El Tuercas”, una persona buena, sin decir nunca alguna grosería.
Igual que “La Chalía”, la vendedora de quinielas.
El famoso Miguelòn de Guaymas era un gran aficionado y excelente persona; al único que sacaba de “juicio” era a Juan de Dios Villarreal, el receptor de los Naranjeros. No se cansaba de decirle por su megáfono, “Villarreal, Villareal, Villarreal” y pues ya se imaginará.
¡No lo dejaba en ´paz!
“El Mátape” Navarro siempre estaba comiendo caña y gritando, pero sin ofender a nadie. Era muy decente.
Bobby Prescott
Ahora hablemos de lo que sucedió en un y juego de Hermosillo contra Culiacán, con quien venía Bobby Prescott.
Yo estaba sentada para el lado visitante, muy temprano, como siempre lo hacía.
Estaban las prácticas y una pelota que bateó Prescott me pegó en el lado izquierdo de mi frente y de inmediato subieron a las gradas, el masaje Negrete y el de Tomateros, así como algunos peloteros, entre ellos Prescott.
No se qué me pusieron; era un spray, y al parecer no era de consecuencia el golpe.
Al terminar el juego me estaba esperando Prescott para llevarme a un hospital; fuimos a la clínica Licona y me tomaron unos RX y salió bien, pero me recomendaron que me checara a los 6 meses-
Fue y me dejó Bobby a mi casa con mi hermana que me acompañaba. Me preguntó mi teléfono de la oficina donde yo trabajaba (Junta Federal de Agua Potable). Fue por mí y me llevó a comer.
Los dos días que estuvo en Hermosillo fuimos a comer y a cenar; me dio la dirección de Panamá; me llamaba por teléfono de Culiacán o de donde anduviera en gira.
Después me escribía de Panamá y me mandaba postales. Un excelente peloterazo y persona y quien ahora debe tener unos 83 años, aunque perdió la vista por la diabetes y está muy delgado, recibiendo los cuidados de su esposa y una hija.
Espero le sirvan estos comentarios que de momento no recuerdo más, como aquellos batazos de Espino, grandes jugadas de peloteros que si eran de verdad y que aguantaban hasta dobles juegos”.
Gracias, Luz Marina.
Tus rememoranzas-añoranza-anecdotario, hacen querer aún más la historia del béisbol.