Azul, pintado de azul

 

 

12 de Marzo de 2019

 

“Las Reformas Estructurales

aprobadas en los primeros
años de esta administración

–e instrumentadas a lo largo del sexenio–

han establecido bases sólidas

para el desarrollo económico,
político y social de México

durante las próximas décadas”.

Sexto informe de gobierno, Enrique Peña Nieto

 

“La economía, afortunadamente, está en marcha.

Aún crece poco, pero no hay ni un asomo de recesión

como quisieran nuestros adversarios conservadores

o como pronostican con mala fe sus analistas;

se van a quedar con las ganas”.

Informe a los cien días de gobierno, Andrés Manuel López Obrador

En el patio central del Palacio Nacional, el presidente Andrés Manuel rindió ayer durante ochenta minutos el primer ensayo de su informe de gobierno. Yo no inventé el término; lo anunció así el Presidente al acortar su show mediático matutino invitando a sus acólitos periodistas a que lo acompañaran luego, a las diez.

Un año tiene 365 días. Multiplicado por seis, la cifra me da un total de dos mil ciento noventa días. Dividiendo entre cien, tendríamos –además de los seis anuales magnos– quince miniinformes centenales del mismo corte. Si saben contar, no cuenten conmigo. Salvo la ausencia de ovaciones de pie y la relativa brevedad del mensaje, estaba yo escuchando un informe de Luis Echeverría, en donde todo era presunción de triunfos y sucesión de cifras millonarias en un sentido o en otro: “lo puedo probar”, dice el presidente López, y sigue.

En realidad, lo de ayer se parecía más a un informe de Enrique Peña Nieto, el innombrado, que solía pintarnos un país color de rosa en donde todo iba muy bien, pero todavía no habíamos ni siquiera imaginado lo mejor que nos iba a ir.

Lo único distinto fue el color, ahora guindilla; las inexactitudes fueron muy parecidas. Si en el discurso del sexenio pasado el país era color de rosa y todo era bonito, en el sexenio actual todo lo que había en el pasado era corrupción, basura e ineficiencia, pero a partir de ahora va a ser un millón de veces mejor. La economía logrará crecer al cuatro por ciento, aunque el Banco de México no nos presagie ni siquiera el dos. La cancelación del aeropuerto de Texcoco fue sabia porque ahí la tierra se hunde y nos iba a costar mucho mantenerlo; de esa suerte se mejorará en tres años el aeropuerto viejo Benito Juárez, porque ahí seguramente el suelo no se hunde por decreto. Y así por el estilo. Si el peso no se ha hundido en la sima de la paridad con el dólar, ello se debe al cambio de gobierno, que López en su discurso ha transformado en cambio de sistema. El Tren Maya será una bendición para la región y el corredor transístmico, el detonador del progreso de la zona más jodida del país. La transformación de la franja fronteriza en un paraíso fiscal ha sido sabia, aunque tenga trinando al resto de los mexicanos por el trato inequitativo, y la política exterior simplemente interpreta el pensamiento y la acción de Benito Juárez.

Pienso que el peor error del presidente López Obrador es su pretensión –sin duda auténtica, sincera– de transformar el ejercicio de la política y sus adláteres, que son la economía y la conducta social, en actos de fe –con todo el dogmatismo y la intolerancia que los actos de fe propician–.

Si la evaluación del sexenio de López Obrador a cien días de su inicio es demasiado prematura, el gobierno actual demuestra una tendencia a acelerar todos los procesos, incluyendo la reelección disfrazada de una consulta popular de revocación de mandato.

Uno le puede tolerar al Presidente en turno –para eso es el Presidente, para hacer lo que se le da la gana– el transformar el bello escudo nacional mexicano, al que Vicente Fox osó cortarle las patas del águila, para sustituirlo por un grupo de cuatro monigotes mal dibujados que pretenden representar a cuatro héroes de nuestra historia, que pueden ser sustituidos, previa orden superior, por cuatro monigotes mal dibujados que aspiran emular a cuatros protagonistas de nuestra historia.

Es cuestión de colores y sus matices. Ahora nos pintan el futuro color guindilla