Agradecmos la colaboración de Don JOsé Carlos De Saracho

BALSEROS EN SOUTH BEACH

Por Bernardo Jurado

            Dos tormentas en seis días de navegación, con olas de quince pies, equivalentes a cinco metros en una embarcación hecha en metal sin ningún tipo de cálculos de ingeniería, sin altura metacéntrica y tan solo con una improvisada vela latina como única propulsión.

            Son ateos, sin ningún tipo de preparación teológica, no creen en la divinidad, pero Carlos comenzó a rezar en la noche bajo las olas y a merced del viento. No sabía que decía pero se refugió en una suerte de oración inventada por él.

            Al amanecer, todavía impresionados de haber sobrevivido, repentinamente vieron en el horizonte las siluetas de los inmensos edificios de Miami y el alma volvió al cuerpo y enfilaron su proa y rugió la vela al ser dada nuevamente a la tranquila brisa que ahora les arrullaba junto a la esperanza.

            La emoción era incontenible y al varar en la playa se tiraron los once hombres, la mujer y el perro y todos les daban la bienvenida a la libertad.

            Se debe estar completamente loco o sumamente desesperado para hacer esto, e imagino el estrecho de la Florida entre Cuba y Miami como un inmenso camino subacuático lleno de osamentas de las víctimas de su ignorancia, pero les comprendo, porque nadie quiere estar preso y menos aún desde su nacimiento, por el solo hecho de haber nacido en el sitio y el tiempo equivocado.

            Todos los comunistas poseen un pensamiento delincuencial, desde Lenin, pasando por Stalin, hasta el mismo Trotsky estuvo dispuesto a violar la ley y los derechos de los demás para optar a cumplir lo que ellos determinaron eran los objetivos de su revolución. Castro lo ha hecho peor, pero todavía le adoran algunos idiotas que no saben de nada más que vivir del Estado.

            Pedro Sevcec le entrevistó y como siempre hace, le dio un lado humano a la entrevista cuando preguntó cómo había sido su primera comida.

            En el hotel en South Beach en Miami, les ofrecieron las frutas que a mano tenían, mientras preparaban algo caliente. Un turista desconocido le dotó de $100 a cada uno y llegó la autoridad a corroborar la hazaña y a registrar el hecho.

            Ninguno cree realmente que ese es el camino, todos guardan como una quimera, venir a vivir aquí y eso incluye a los más altos funcionarios alimentadores y mantenedores del monstruo comunista, pero en su ambiente son radicales y abusadores y el que más lo sea será el mejor comunista y viven de la alabanza y de la demostración permanente y sistemática de su adhesión a la revolución y la causa. Capaces de sacrificar a su propia familia por lo que ellos llaman la humanidad sin entender que es allí en la familia donde la humanidad comienza y a la vez termina.

            Siendo flexibles, podríamos pensar que el experimento comunista puede funcionar algún día, cuando las balsas vayan de Miami a Cuba. Por los momentos no es así, de manera amigo lector que nuevamente llegan sobrevivientes a estas playas, buscando lo que el comunismo les ha quitado.