Ciudad de México, a 12 de julio de 2017

 


.Por Dr. Jorge Cervantes Castro.

Cómo conocí al presidente Bill Clinton. No estoy seguro de la fecha, creo que fue en abril o mayo 1999, se trataba de una visita a México del entonces ya ex Presidente Bill Clinton, al Presidente Ernesto Zedillo. Al respecto, se organizó un gran evento en el Auditorio Nacional para extender el agradecimiento de México al Presidente Clinton.

Particularmente por su apoyo durante la grave crisis resultante del tristemente célebre “error de Diciembre de 1994”. En aquel momento, el país pasaba por una crisis económica seria, a punto de caer en moratoria de pagos. El Presidente Clinton, ante la negativa del Congreso de los Estados Unidos de acudir al rescate de su vecino, había tomado la valiente decisión de autorizar un crédito extraordinario de US$ 25 mil millones. Tal crédito resultó fundamental para apoyar el “rescate” de la economía mexicana. Este hecho sin precedentes, del Presidente de ese país al ignorar a su propio Congreso y tomar la iniciativa ejecutiva para ayudar a salvar a México, fue indudablemente reconocido por el gobierno del Presidente Zedillo. Así se le demostró a Bill Clinton en el magno evento del Auditorio Nacional, que estaba lleno a su capacidad (de 10 mil personas). Hubo discursos del Presidente Zedillo y del homenajeado, se mostraron impresionantes gráficas de los resultados iniciales del Tratado de Libre Comercio y todos los oradores mostraron el reconocimiento y aprecio del pueblo mexicano al Presidente Clinton. Acudí invitado, no por México sino por la Embajada Americana, en mi calidad de su Asesor Médico. Siempre que visitaba el país algún dignatario de importancia –como Presidentes, ex Presidente, o Secretarios de Estado– me solicitaban que para un caso de emergencia,tuviera listo todo un grupo médico de alta especialidad así como facilidades de rescate en el Hospital ABC. Teníamos siempre la historia clínica y tipo de sangre del visitante y acceso libre entre su equipo de seguridad. Durante el evento, estuve sentado junto al médico personal del Presidente. Al terminar, Bill Clinton se acercó, como el gran político que es, a dar las gracias personalmente a los miembros del pequeño grupo ahí reunido. Lo saludé y tuve oportunidad de comentarle que me sentía especialmente honrado de conocer a tan destacado exalumno de la Universidad de Georgetown, donde yo había estudiado la especialidad de cirugía. Días después, un fotógrafo de la Embajada Americana me regaló la foto que acompaña este texto. La conservo en recuerdo de ese memorable hecho que me permitió intercambiar unas palabras con este gran líder de talla mundial.

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