Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

 

Alejada de la mirada de los curiosos, cobijada por la discreción del túnel número 12 del Estadio Azulgrana –un recinto que se ha dado a conocer más por las decepciones que los gozos–, Claudia Sheinbaum esperaba el momento de saltar a la cancha para encabezar su primer acto masivo en la capital del país, que gobernó hasta junio pasado. Era su retorno triunfal a la Ciudad de México después de recibir el bastón de mando.

La dirigencia capitalina de Morena había prometido colmar el aforo. Se auguraba un gran éxito. No sólo por llevarse a cabo el acto en un lugar que desde el año 2000 ha dado repetidamente la mayoría al PAN, sino por ser el terruño de Santiago Taboada, alcalde de Benito Juárez, uno de los más fuertes aspirantes para la candidatura del Frente Amplio por México a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México en 2024.

Pero algo sucedió. El músculo corporativo del oficialismo no apareció. De los microbuses bajaban máximo diez acarreados. Desesperados, los organizadores pidieron que quienes estaban en las tribunas bajaran a la cancha para, siquiera, llenar las sillas para la crema y nata del “movimiento de transformación”.

Ni así alcanzó para disimular el vacío. Esa tarde, que lucía perfecta, en la que no hacía ni frío ni calor y aún no aparecían las lluvias ocasionadas por el huracán Otis, la gente no llegó. Más de la mitad de los lugares disponibles no tenían quién se sentara en ellos. Consciente del desaguisado, Sheinbaum emprendió la retirada, dejando que Mario Delgado enfrentara a los medios de comunicación y a los pocos asistentes al acto. El dirigente morenista primero echó la culpa al INE por “quitarnos las plazas y querer meternos en lugares cerrados”, pero terminó por atribuir la cosa a fallas de organización.

“Quiero proponer hoy, agradeciendo el esfuerzo de su presencia, que organicemos el 12 de noviembre un gran evento con el doble o el triple de éste para recibir como se merece a Claudia Sheinbaum, para que los escuche Claudia”, arengó el colimense, mientras muchos ya se dirigían a la salida.

¿Dónde estaban los trabajadores sindicalizados del Metro, cuya dirigencia acababa de jurar lealtad a Omar García Harfuch? ¿Dónde estaban los vendedores ambulantes de Iztapalapa que jamás fallan a una convocatoria de Clara Brugada? ¿Dónde estaban burócratas, taxistas y el personal de limpia? 

Hay quien piensa que el inmueble de la colonia Ciudad de los Deportes, construido por órdenes de Maximino Ávila Camacho –hermano del presidente Manuel Ávila Camacho, quien soñó con sucederlo–, tiene alguna maldición, porque nunca le ha tocado ser escenario de alguna coronación importante.

 
 
 
 Hay razones para explicar lo sucedido el martes: el enfrentamiento entre las filas de Morena para alcanzar la postulación a la Jefatura de Gobierno. Existe una evidente mala sangre entre los partidarios de García Harfuch, brazo derecho de Sheinbaum, y Brugada, figura histórica de la izquierda capitalina.

Se lo decía yo hace unos días: esta pugna interna no tiene antecedentes en la joven historia de Morena. Ni siquiera Marcelo Ebrard, quien no reconoce el triunfo de Sheinbaum en la encuesta, ha sido tan denostado por los propios morenistas como García Harfuch, a quien sus malquerientes llaman “el policía”.

Aunque ambos personajes han tenido el cuidado de tratarse bien en público, en el siguiente nivel se da un pleito a navaja libre. Aún está en veremos que Morena ratifique su triunfo de 2018 en la capital, pero lugartenientes y operadores como Rigoberto SalgadoEfraín Morales y Sebastián Ramírez pelean por imponer sus condiciones en el reparto de las candidaturas a alcaldías y diputaciones locales. Se nota a leguas que al oficialismo le falta una cabeza política en la ciudad.

 

BUSCAPIÉS

*Al momento de escribir estas líneas, había muy pocas noticias de los efectos de Otis en Acapulco y otras regiones de Guerrero, seguramente devastadores. El puerto, con casi un millón de habitantes, se encontraba virtualmente aislado por aire, tierra y mar. Las comunicaciones estaban cortadas con una ciudad que se encuentra a menos de 400 kilómetros de la capital. Comenzando por el gobierno, había una ausencia completa de información y dominaba el caos, coronado por la rapiña. Como si estuviéramos en el siglo XIX. Era más fácil enterarse de los hechos de guerra en Gaza que del desastre natural en Guerrero.