Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

 
 
  • La política es un escenario en constante cambio y cada movimiento crea un efecto dominó que puede cambiar el curso de la historia.

En el tablero político mexicano, las piezas siguen moviéndose, y la última declinación de Santiago Creel parece haber desencadenado una serie de eventos que nos lleva a un escenario intrigante.

Con la renuncia de Creel, el camino en el Frente Amplio se despeja para una contienda entre Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes, dos figuras femeninas que ahora se preparan para enfrentarse a otro fenómeno con “X” en el nombre (la “X” solamente por el tema cromosómico, las mujeres somos, todas, el par de cromosomas “XX”): Claudia Sheinbaum. Este emocionante juego de ajedrez político está enviando un mensaje claro: el poder está tomando una nueva forma en México y, muy posiblemente, como llevo diciendo y escribiendo desde hace años y, con mayor grado de certeza desde hace meses: en 2024 veremos a una mujer presidenta.

La política es un escenario en constante cambio y cada movimiento crea un efecto dominó que puede cambiar el curso de la historia. La declinación de Santiago Creel abre el camino para que dos mujeres con trayectorias y visiones políticas distintas compitan por la candidatura.

Xóchitl Gálvez, con su enfoque en la transparencia y la transformación, se enfrenta a Beatriz Paredes, una figura experimentada y muy respetada que trae consigo una historia política rica y un enfoque más tradicional. Esta elección interna del Frente Amplio será una prueba no sólo de su habilidad para ganar votos, sino también de su capacidad para unificar diferentes corrientes ideológicas. Pero lo cierto es que hoy estamos en capacidad de asegurar que el Frente Amplio por México tendrá una candidata, y será senadora de la República.

Sin embargo, el juego se torna aún más emocionante cuando observamos el tablero en su conjunto. Claudia Sheinbaum, la actual puntera en las encuestas de Morena, representa la fuerza de este partido en su consolidación. Si las proyecciones se mantienen y los recientes sismos morenistas provocados por los desacuerdos de uno de los aspirantes se resuelven, el panorama electoral estaría girando históricamente hacia una competencia en la que tres mujeres sean las protagonistas. Éste no es sólo un hito para la política mexicana, sino una afirmación de que las mujeres están tomando posiciones de liderazgo y poder de manera creciente y significativa, y en todos los casos (tanto en el FAM como en Morena, muchas veces a pesar de las inercias machistas y misóginas).

La posibilidad de una mujer presidenta en 2024 no sólo representa un cambio en la dinámica política, sino también una oportunidad para abordar los desafíos y las demandas de un México en constante evolución. Las perspectivas y enfoques únicos que las candidatas traen a la mesa pueden ser una bocanada de aire fresco en un escenario político que a menudo se ha visto dominado por voces masculinas. 

En resumen, la renuncia de Santiago Creel ha dado lugar a una carrera por la candidatura en el Frente Amplio entre Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes, mientras que Claudia Sheinbaum se perfila desde hace un año como la contendiente más fuerte por Morena. Esta inusual configuración política podría ser un preludio de un México donde las mujeres tomen el centro del escenario político. En un país que ha demostrado una y otra vez su capacidad para sorprendernos (afortunadamente a veces sí, para bien), el camino hacia una posible presidenta en 2024 se convierte en un capítulo emocionante e histórico en la política mexicana. “Un salto  cuántico”, como lo acaba de calificar certeramente Beatriz Paredes en la entrevista que le hice para Imagen Televisión y publicada ayer mismo en estas páginas.