Ante la muerte Jesús experimenta toda la profundidad del miedo humano. Sin embargo sacó fuerzas para confiar en el Padre celeste también en esta hora: "¡Abbá, Padre!; tú lo puedes todo, aparta de mí este cáliz. Pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres" (Mc 14,36). [2605­-2606, 2620]