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Escritos Nocturnos

Aportación de Don José Carlos de Saracho

 

INTERCAMBIO DE LIBROS

Posted: 29 Nov 2015 04:58 AM PST


           

            El viento venía del norte a una velocidad que calculo de unos veinte nudos, fuerte y hasta un poco frío para mi gusto floridano y lleno del calor más al sur de los Estados Unidos. Todo estaba previsto, todo en su justo sitio cerca de la parrillera donde los atendería, mientras decidí alejarme de la orilla de la isla y entrar a la piscina, donde me relajé e hice mover mi sangre.

            Ellos llegaron – mis invitados- y desde la entrada ya venían sonriendo, con la complicidad del aprecio, bien vestidos, sobre todo ella, con una suerte de bufanda en colores azules, glamorosa, pomposa y que por la ligereza de la tela, se batía con el viento.

            Los Príncipes son mis amigos y mis confidentes de los cuentos ónticos de letras, tenemos años hablando de literatura, de autores afanosos e intensos, hablando del descubrir divino de la novela y de esas historias que quisiéramos escribir, pero hasta allí llega el talento, hasta las ganas y hasta el deseo, pero se requiere valentía que con frecuencia falla por esa absurda mutación mental de no creernos con la capacidad para influir desde el silencio del texto.

            En la mañana era el único al borde la piscina, realmente no, éramos dos, Leonardo Padura al que leía con tristeza por la proterva historia de Trotski y su asesino Ramón Mercader, esa historia de traición estalinista, muy bien documentada históricamente y que comenzó a escribirse en secreto a finales de 1989, terminando recientemente, me refiero al “Hombre que amaba a los perros” cuyas, sus más de setecientas páginas me cautivaron y me llevaron a reforzar la hediondez del comunismo y sus siempre oscuros procedimientos que ahogan a los humanos, me llevaron también a aquel apartamento cuadrado y gris construido por la revolución y cuyos moradores bromeaban diciendo que estaban hechos con 80% de micro hormigón, si, 20% de micrófonos y 80% de hormigón, todos se espiaban, todos se delataban y envidiaban, así es el comunismo absurdo y utópico.

            Lo terminé antes de la llegada de mis invitados y quedó sobre la mesa de madera en espera de ellos, quienes si comprenden de sensibilidades y buenas lecturas, son una joya que me pertenecen o nosotros a ellos, porque sus conversaciones no tienen cortes comerciales, no se agotan, ni se minimizan y por años en este exilio común nos escondemos tras la tinta y las letras, para tratar de comprender el desarraigo y también las traiciones.

            Trajeron consigo un par de libros que les presté, (cosa rara esa de devolver los libros), pero como son especímenes poco comunes, ellos me prestaron “Los enamoramientos” del filósofo español, Javier Marías, mientras, entre el proseco italiano, el vino español y el escocés, seguíamos hablando de libros y de esa epistemología que caracteriza a los sensibles que viven una vida fuera de esta y llegó la noche y bajó la temperatura, pero no las ganas de despedirnos, porque unos amigos con actitudes comunes y fuera de todo interés que no sea el crecer y entender otros puntos de vista normalmente convergentes en una o varias obras literarias, son como lo dije antes, un tesoro, ayer intercambiamos libros y con ellos,  ¡mucho aprecio!