Hay en Sinaloa un escritor llamado DÁMASO MURUA, quien escribió un libro sobre un personaje tal vez real, tal vez ficticio, pero que hacia cosas increíbles, corriendo aventuras de las que siempre salía airoso.
Por ejemplo: un viaje a E.U. donde conoció a varios gringos, mismos que con el tiempo uno llegó a presidente, otro fundó una tienda muy famosa y otro encontró petróleo y ahora tiene varios pozos petroleros. Y estos todos los años lo llevan a darle la vuelta al mundo con gastos pagados por supuesto y le mandan su mesada para que la pase a gusto.
Todo lo antes dicho, se lo escuché a un amigo que no se le caía de la boca el famoso Güilo mentiras, así que no sé qué por ciento es mentira ni cual cierto.
Pero un día platicamos de béisbol y me contó que el abuelito del güilo había sido el primer mexicano que jugó beisbol en E.U. y que al debutar se robó la segunda base, luego la tercera y remató con el homeplate para dejar en el terreno al equipo rival.
Ya ve usted, como el güilo mentiras para todos tiene.
Y es que platicando de los principios del béisbol en México y de los primeros en jugar en el béisbol de la MLB, le conté que había conocido al hijo del primer pelotero mexicano que había jugado en la gran carpa, el sonorense MELO ALMADA, y mi amigo me dijo: a mí el güilo me contó que el primero había sido Chile Gómez, un sinaloense de Villa Unión, hay cerquita de Mazatlán.
Yo le respondí que estaba equivocado que había sido Melo y le conté que Chile Gómez fue mi manager con el Aztecas de la liga de Azcapotzalco en la ciudad de México y que él nunca reclamó el honor de haber sido el primero en llegar a las ligas mayores y que incluso habría jugado en la liga de la costa en la misma época que Melo jugó y hasta manejó a los mayos de Navojoa.
Y de allí en delante tocamos varios puntos beisboleros y aseveró que ya no puede hacer uno caso a lo que le cuentan, ya que con las tecnologías puedes hacer un panfleto que recién salido del horno parecerá haber sido escrito hace muchas décadas atrás y anunciarte a ti como amigo de Jesse James, famoso bandido gringo, así que cualquiera puede poner a su abuelito como inventor de la bola de nudillos y decir que el señor la inventó un día que andaba por Chichen Itzá paseando con una boxita ojos verdes que le decían Chala y se puso a catchear con ella y para no pasarle una recta de 90 millas que a la mejor la ninia no iba a poder coger, le lanzó despacito, así como dice la canción, cogiendo la pelota con los puros nudillos.
Y allí se dio cuenta que se movía mucho, la pelota, y la próxima vez que jugó se acordó y empezó a tirarla así y los bateadores no le daban. En ese juego se convirtió en un gran pitcher y la bola de nudillos que tiraba nadie sabía cómo hasta que se fue de mojado a New Orleans, que es a donde se iban los yucatanenses del siglo pasado y que allá lo mamaron (empedaron) y les dijo como cogía la pelota para tirar la nudillera; pero uno de los gringos la patentó y ahora se llama knuckleball.
Así ha sido siempre, basta que enseñes un escrito viejo de esos que obtienes escribiendo algo sobre un papel en blanco y luego lo pones al sol y le echas unas gotitas de agua y hay lo dejas unos días y obtendrás un escrito que parecerá que tiene décadas.
Pero si cuentas una verdad y no presentas pruebas, nadie te la va a creer.
Como cuando fui a pescar con mi padre y sus amigos y todos sacaron rápidamente una pieza, casi todos pargos colorados y una mojarra y yo nada; salado el bato, así que lleno de coraje me alejé del grupo y como estábamos en el canal de un estero lleno de manglares, andaba por allí un mero, que se fue a pegar en el anzuelo de mi piola y como ésta la tenía amarrada a un tronco bien enraizado, el mero se pegó con ganas y al ver que la piola se estiraba y al parecer se iba a romper, le grité a mi papá, y en eso el mero pegó el jalón y me metió al agua. Total, que yo no lo saqué, fue mi apá, pero siempre lo consideré pescado por mí y era un animal que medía casi dos metros de largo y no puedo decir el peso, pero entre dos amigos de mi papá lo cargaron. Nunca más en varios años que fuimos a ese estero se volvió a sacar un mero de ese tamaño.
Ahora cuando lo cuento me piden que les muestre la foto, pero en esos tiempos tener una cámara eran palabras mayores, así que no hay foto; y si no hay foto es mentira. Así con los sucesos de antaño, si no hay un papel quiere decir que es mentira.
La historia oral que es la que narran los indígenas, los blancos o yoris no la creen, pero no les enseñes un papel viejo de esos que se hacen ahora y entonces se convierte todo dicho en una verdad axiomática.
Luego platicaremos otra del güilo mentiras.
EL GüILO MENTIRAS EN EL BÉISBOL.
Hay en Sinaloa un escritor llamado DÁMASO MURUA, quien escribió un libro sobre un personaje tal vez real, tal vez ficticio, pero que hacia cosas increíbles, corriendo aventuras de las que siempre salía airoso.
Por ejemplo: un viaje a E.U. donde conoció a varios gringos, mismos que con el tiempo uno llegó a presidente, otro fundó una tienda muy famosa y otro encontró petróleo y ahora tiene varios pozos petroleros. Y estos todos los años lo llevan a darle la vuelta al mundo con gastos pagados por supuesto y le mandan su mesada para que la pase a gusto.
Todo lo antes dicho, se lo escuché a un amigo que no se le caía de la boca el famoso Güilo mentiras, así que no sé qué por ciento es mentira ni cual cierto.
Pero un día platicamos de béisbol y me contó que el abuelito del güilo había sido el primer mexicano que jugó beisbol en E.U. y que al debutar se robó la segunda base, luego la tercera y remató con el homeplate para dejar en el terreno al equipo rival.
Ya ve usted, como el güilo mentiras para todos tiene.
Y es que platicando de los principios del béisbol en México y de los primeros en jugar en el béisbol de la MLB, le conté que había conocido al hijo del primer pelotero mexicano que había jugado en la gran carpa, el sonorense MELO ALMADA, y mi amigo me dijo: a mí el güilo me contó que el primero había sido Chile Gómez, un sinaloense de Villa Unión, hay cerquita de Mazatlán.
Yo le respondí que estaba equivocado que había sido Melo y le conté que Chile Gómez fue mi manager con el Aztecas de la liga de Azcapotzalco en la ciudad de México y que él nunca reclamó el honor de haber sido el primero en llegar a las ligas mayores y que incluso habría jugado en la liga de la costa en la misma época que Melo jugó y hasta manejó a los mayos de Navojoa.
Y de allí en delante tocamos varios puntos beisboleros y aseveró que ya no puede hacer uno caso a lo que le cuentan, ya que con las tecnologías puedes hacer un panfleto que recién salido del horno parecerá haber sido escrito hace muchas décadas atrás y anunciarte a ti como amigo de Jesse James, famoso bandido gringo, así que cualquiera puede poner a su abuelito como inventor de la bola de nudillos y decir que el señor la inventó un día que andaba por Chichen Itzá paseando con una boxita ojos verdes que le decían Chala y se puso a catchear con ella y para no pasarle una recta de 90 millas que a la mejor la ninia no iba a poder coger, le lanzó despacito, así como dice la canción, cogiendo la pelota con los puros nudillos.
Y allí se dio cuenta que se movía mucho, la pelota, y la próxima vez que jugó se acordó y empezó a tirarla así y los bateadores no le daban. En ese juego se convirtió en un gran pitcher y la bola de nudillos que tiraba nadie sabía cómo hasta que se fue de mojado a New Orleans, que es a donde se iban los yucatanenses del siglo pasado y que allá lo mamaron (empedaron) y les dijo como cogía la pelota para tirar la nudillera; pero uno de los gringos la patentó y ahora se llama knuckleball.
Así ha sido siempre, basta que enseñes un escrito viejo de esos que obtienes escribiendo algo sobre un papel en blanco y luego lo pones al sol y le echas unas gotitas de agua y hay lo dejas unos días y obtendrás un escrito que parecerá que tiene décadas.
Pero si cuentas una verdad y no presentas pruebas, nadie te la va a creer.
Como cuando fui a pescar con mi padre y sus amigos y todos sacaron rápidamente una pieza, casi todos pargos colorados y una mojarra y yo nada; salado el bato, así que lleno de coraje me alejé del grupo y como estábamos en el canal de un estero lleno de manglares, andaba por allí un mero, que se fue a pegar en el anzuelo de mi piola y como ésta la tenía amarrada a un tronco bien enraizado, el mero se pegó con ganas y al ver que la piola se estiraba y al parecer se iba a romper, le grité a mi papá, y en eso el mero pegó el jalón y me metió al agua. Total, que yo no lo saqué, fue mi apá, pero siempre lo consideré pescado por mí y era un animal que medía casi dos metros de largo y no puedo decir el peso, pero entre dos amigos de mi papá lo cargaron. Nunca más en varios años que fuimos a ese estero se volvió a sacar un mero de ese tamaño.
Ahora cuando lo cuento me piden que les muestre la foto, pero en esos tiempos tener una cámara eran palabras mayores, así que no hay foto; y si no hay foto es mentira. Así con los sucesos de antaño, si no hay un papel quiere decir que es mentira.
La historia oral que es la que narran los indígenas, los blancos o yoris no la creen, pero no les enseñes un papel viejo de esos que se hacen ahora y entonces se convierte todo dicho en una verdad axiomática.