Lo cierto es que a mí no me entra en el caletre que lo hagan por exigencias de las televisoras, siempre anteponiendo el tiempo que se lleva un juego, que como bien sabemos en el béisbol no tiene límite y lo mismo puede durar un juego 2 horas y media que diez horas o más si fuera menester.
Lo último, de dar la base por bola a una orden, sin tirarle las 4 bolas malas de rigor, le quita al juego la intervención de la suerte, el destino o como le quiera llamar, y no sucedan jugadas como las que se han recordado de que el pitcher al dar una base intencional le dieron jonrón o cometió wild pitch, o sucedan cosas como aquella vez que el cátcher Martin de Blue Jays al devolver la pelota al pitcher, la pelota fue a pegar en el bat del bateador en turno y la pelota quedó en juego y se anotó una carrera que definió el partido.
Muchas cosas pueden pasar, en el beisbol no hay nada escrito decían los cronistas de antes y todo lo que se pretende ahora es para que los partidos no se alarguen; sólo falta que la MLB ANUNCIE que los partidos serán de 90 minutos como en el futbol.
Por ahora entre las últimas modificaciones a mí no me gustan las siguientes:
1. La de que cuidado con golpear al cátcher o que este provoque que lo lastimen.
2. La ya famosa regla Chase Utley, en la que el corredor que va de primera a segunda debe tener cuidado de deslizarse en segunda base como si la estuviera custodiando una dama a la que no se debe tocar ni con el pétalo de una rosa.
3. Por último el uso de repeticiones para cambiar o no un fallo del ampáyer. Al final, se llevan más tiempo en revisar jugadas para dar un veredicto final, que lo que se pretenden ahorrar ahora con lo de la base intencional cancelada.
Pero en fin, todo sea por el negocio. Tal vez de seguir así; el aficionado volteará hacia otros deportes y el beis se quedará con las gradas vacías y los ratings del futbol y básquetbol se eleven al infinito y más allá.
En cuanto a lo que comenta el cronista de Hermosillo Jesús Alberto Rubio relativo a los anuncios en los uniformes, que a él le parecen horribles, la verdad es que la mayor parte de los aficionados a los que he entrevistado sobre esa observación, me dicen que ellos no se fijan en los anuncios y consideran que los que pierden son los weyes que pagan ese tipo de publicidad, creen que sólo los ven ellos y nadie más. Pero si quieren tirar su dinero, ellos sabrán.
Ciertamente los que nos acostumbramos a ver un solo anuncio en la espalda de la camisa del pelotero, vemos horribles los uniformes del presente, pero los dueños de los equipos aducen que reciben dinero por anunciar las marcas que aparecen en ellos.