Estimado presidente

 

TOMADO DE EXCELSIOR

 

OPINIÓN DEL EXPERTO NACIONAL

Estimado presidente

 

 

18 de Noviembre de 2018

Por Jaina Pereira*

Bueno, ya sé que faltan algunos días para que oficialmente podamos llamarlo así, pero, seamos honestos, el otro, el todavía Presidente, renunció hace mucho. Sé que este ejercicio es de una ingenuidad dolorosa. Sé que la política no funciona con estos incentivos. Está llena de ego, de poder y de dinero. Pero de todos modos decidí escribirle, porque creo que toca hacerlo.

Ciertamente no sé cómo funcionan sus anhelos más íntimos, pero yo siempre he imaginado que debe ser maravilloso ser Presidente. Tener el poder para acabar con tantas cosas que duelen si uno se da la posibilidad de verlas: los niños que viven en las calles limpiando coches de lujo; los pueblos marginados donde no se paran ni las moscas; los empresarios voraces, defendiendo sus rentas; los funcionarios corruptos, tranquilos, robándose el presupuesto de programas sociales; las cárceles llenas de pobres, abusados fuera y dentro de la penitenciaría; las fosas llenas de muertos, que algún familiar busca por todo el país; la educación cooptada por un sindicato obtuso, pero poderoso; las mujeres descuartizadas, porque los hombres siguen queriendo y pudiendo matarnos; la impunidad todo el tiempo, en todos lados; los enfermos sin medicinas y sin dinero para comprarlas; la concentración de privilegio, poder, dinero e incidencia en la toma de decisiones; los egoístas grupos de poder, queriendo tener más y más poder, y más dinero, aunque no lo necesiten… porque así funciona este país (funciona).

Debo reconocer que, a pesar de nunca haber votado por usted, de alguna forma siempre confié en que compartía el interés genuino por revertir estas realidades. Nunca dudé de la intención, de la motivación, de una honesta preocupación. A pesar de ello, nunca voté por usted, porque siempre he creído que los métodos que proponía como soluciones serían contraproducentes. Por eso, la decepción que siento es muy paradójica. Pensé que su causa sería otra y, francamente, que la decepción sería para otros.

Anticipé que la economía sería un desastre; que se harían las cosas al aventón. Vaya, me preocupaba saberlo con tantos años queriendo ser presidente y sin conocer los mejores métodos de política pública, aprendidos sobre la decepción de otros pueblos.

De igual forma me dio gusto su victoria. Ver la capacidad que tuvo de darle esperanza a tantos. Me contagié, incluso, al ver una propuesta de cambio con tanto poder político para implementarla, pero ya con el aprendizaje de la alternancia de Fox, quien se equivocó al pactar con quienes había prometido mandar al ostracismo.

Y, bueno, aquí estamos, a unos días de que sea gobierno y me frustra mucho lo que veo. Todas las medidas anunciadas, lejos de abrir el gobierno a nuevas voces, parecen querer cerrarlo aún más. Descabezando órganos autónomos, solapando la concentración de poder, reafirmando los privilegios, permitiendo contrataciones sin licitación, ridiculizando la crítica, debilitando los mecanismos de participación que tantos años tomó consolidar. Se instala un diálogo de sordos que causa desazón entre los ciudadanos y daño al gobierno.

Le escribo esta carta porque sé que sus cercanos y sus apologistas le dirán que va por buen camino. No sé si porque genuinamente siguen entusiasmados o porque han asumido el control de medios económicos y de decisión que antes criticaban en manos de otros. Tal vez piensan, como lo hicieron muchos calderonistas y peñistas, que la crítica le lastima. Yo siempre he creído lo contrario. Lo aprendí de un gran jefe que tuve. Nos decía que no había lealtad más grande que decirle en qué se equivocaba.

Y, bueno, me da la impresión de que no tiene cerca esa lealtad. Por eso le escribo. Porque sí, debe ser muy divertido tenernos a todos en incertidumbre, a todos con miedo, a todos queriendo complacerlo, pero yo creo que debe ser mucho más bonito ser el presidente que hizo esas grandes transformaciones de justicia, que dejó el legado que el país necesita. Yo creo que debe recordar que en sus manos está la confianza de tantos millones a los que no puede decepcionar. Ya no.

De todo corazón, espero que le vaya muy bien. Que pueda cumplir lo que nos prometió, pero para eso, a partir del primero de diciembre, creo que tiene que acordarse de qué nos prometió. Confío en que sabrá y querrá hacerlo. O eso espero.

Atentamente,

*Especialista en discurso político.
Directora de Discurseros SC